Hablar de Jessica Lange es evocar a una de las grandes, un mito al mas puro estilo de Hollywood. Títulos como «El cartero siempre llama dos veces», «Tootsy» o «Blue Sky» pertenecen a la historia del cine del siglo pasado. La posibilidad de verla en persona se presentó en la inauguración de su exposición de fotografías “Unseen” hace ya algunos años.
Estudió Bellas Artes en Minnesota para irse luego a París, donde se casó con el fotógrafo Francisco Grande, hijo del científico asturiano Francisco Grande Covián. Vivió en España durante un tiempo antes de divorciarse. “Paco y yo estuvimos aquí a finales de los 60 y para mí fue una época apasionante. Era la primera vez que salía de Estados Unidos y toda mi juventud está ligada a esos momentos”.
Regresa a Nueva York donde recibe lecciones de interpretación mientras se gana la vida como camarera y modelo. Cinco años después de rodar un remake de «King Kong», con unas críticas catastróficas, protagonizaría “El cartero siempre llama dos veces” (1981), donde se reconciliaría con la prensa especializada y con el mundo del cine. Mas tarde vendrían títulos como «Frances», la comedia «Tootsie», «Sweet Dreams» o «Blue Sky». En 1992, debutó en Broadway junto a Alec Baldwin, en la adaptación teatral de la obra de Tennessee Williams que la hizo mundialmente famosa y en 2009 interpretaría en Nueva York, “La Plaza del diamante”, de Mercé Rodoreda.
En los últimos años, Jessica se ha reinventado y encontrado un importante hueco en diferentes series televisivas de gran éxito como, «FX, American Horror Story», «Murder House«, «Asylum«, «Coven» y «Freak Show«. Demostrando, sin grandes estridencias pero de forma efectiva, el valor específico de una gran actriz más allá de su juventud.
La pasión por la fotografía viene de su primer matrimonio, le gusta capturar fugaces momentos de personas que se cruzan en su camino. “No soy la típica fotógrafa capaz de inmiscuirse en vidas ajenas, tampoco me gustan los retratos. Es simplemente un momento. No sé exactamente el qué, a veces la luz de un lugar, las relaciones… algo me mueve por dentro. Es emocional, es un instante en el que todo encaja”.
Su trabajo se nutre del mundo que la rodea: el cine y el teatro. Pero,”Me fascinan algunos fotógrafos cuya obra colecciono, como Álvarez Bravo, Cartier-Bresson, Walker Evans... En cambio Mapplethorpe, pese a ser un artista maravilloso, no es el tipo de fotógrafo que me atrae, su trabajo es una especie de coreografía…”
Cuando le preguntan por la dirección no duda en afirmar: “Me interesa mucho, pero no en términos cinematográficos, ni de ficción sino como una prolongación del lenguaje fotográfico. Si, pienso en ello”.
De presencia imponente, elegante, a pesar del paso del tiempo atrapado en su rostro, conserva el magnetismo y el aire cautivador que la hicieron mundialmente conocida y amada.