Llegó acompañado de su gente, la mejor banda con la que ha tocado jamás, para dar un concierto memorable y dejar tras si, esa sensación que producen las grandes personas aunque sean estrellas del rock.
Llegó acompañado de su gente, la mejor banda con la que ha tocado jamás, para dar un concierto memorable y dejar tras si, esa sensación que producen las grandes personas aunque sean estrellas del rock.
Algunas cenicientas buscan Louboutin en lugar de frágiles zapatos de cristal,
saltan charcos de Mare y pasan por la vida como la marea.
Su destino es un lugar, en algún mundo, donde cobijen,
miradas sin fronteras,
balas perdidas,
buscadores de perlas
y otras gentes de mal vivir.
Calientan sus almas a la luz de la luna apurando copas,
explorando el universo de las sensaciones,
conquistando palmo a palmo la piel que les envuelve.
Poco a poco se incorporan caras desconocidas alrededor,
la música da la bienvenida a los habitantes de la noche.
Y desde aquí
Brindo por quienes se pasaron al lado sensitivo del mundo,
maestros en el arte de vivir,
románticos en peligro de extinción,
soñadores con insomnio
y toreros de salón.
Brindo por los seguidores de blues, opera italiana,
baladas en cualquier idioma,
clásicos sin escrúpulos e
hijos del Rock and Roll.
A esta ronda, invito yo.
Sin prisa pero sin pausa, la carretera por delante y una noche de rock and roll como destino.
La ocasión bien lo merecía. Uno de los grandes, aún sin el reconocimiento ganado por méritos propios, autor de algunas de las baladas rockeras más hermosas de la historia. Un neoyorquino que conmueve al piano hablando de esas cosas que todos pueden pensar y muchos sentir lejos de los rascacielos.
Su pequeña figura aún resalta más cuánto de grande lleva dentro. Willie Nile es arrollador dentro y fuera del escenario. Gana al público desde el primer momento con una cercanía sorprendente incluso en las distancias cortas. Sus sesenta y seis años le otorgan la sabiduría del saber estar, pero sobre todo el valor de dar y Willie se da en cada actuación. Fuerza y entusiasmo a la guitarra, dulzura y sentimiento al piano, calor y humanidad en el trato.
No hubo lleno en la sala pero consiguió que todos, los fieles seguidores y los recién llegados, vibraran con su música, corearan sus letras y el clamor se hizo ensordecedor por momentos, mientras con mirada emocionada agradecía la entrega.
Se le quedó pequeño el escenario, donde dejó a Jorge Otero y Danny Montgomery escuderos de lujo a la altura del maestro, para compartir con el público la grandeza de la ocasión y conseguir con su gesto convertir una gran noche en inolvidable.
Tuvo palabras de reconocimiento para Eduardo Herrero, vocalista y líder de En Casa del Herrero, grupo que le teloneo y con quien ya había trabajado y permitido versionar una de sus canciones. No quiso despedirse sin compartir escenario con él. Fue una despedida larga porque nadie quería irse, enlazando una tras otra canción, incluso cuando el desgaste físico era tan evidente como lógico.
Emocionado y exhausto dio las gracias pero aún se quedó para hablar, fotografiarse y firmar discos. Hasta que no se fue el último de sus fans allí estuvo el gran Willie Nile derrochando humor.
Cuando las luces se apagan, las historias de los roqueros se hacen visibles y la música acorta distancias. Hay tiempo para charlar incluso cuando se han recorrido más de trescientos kilómetros para estar allí y se vuelve sin dormir.
Entre las presentaciones, Robert, neoyorkino afincado en Pontevedra, hijo de Rosaura quien trabajó en casa de John Lennon los últimos cuatro años de su vida. Y así salió la vieja historia de cómo se conocieron Eduardo Herrero y Rosaura en la ciudad de los rascacielos y acabaron colaborando en un libro sobre la vida de esta gran mujer, una emigrante gallega que cuidó a Lennon…… Pero esa, es otra historia.
Eduardo Herrero es el líder del grupo gallego En casa del Herrero, un cantautor de carácter y gran sensibilidad musical que mezcla como pocos rock, country y folck con algunos toques de blues. Tras más de un lustro con The Highlights, primera banda tributo a Bob Dylan en Galicia, crea esta nueva formación cargado de ilusión y con algunas dudas iniciales sobre la química entre sus integrantes que a estas altura se han disipado por completo. La complicidad y buen rollo entre los músicos es evidente en cada acorde.
Eduardo, alma mater de la formación, vocalista, compositor y artífice del proyecto, fue encajando las piezas como si de un puzle se tratara. A la guitarra le acompaña Carlos Clérins, candidato a una prueba convocada via internet que vino para quedarse. Este flaco de Lepanto es el azote de la clase política según cuenta Herrero.
Clérins se presentó acompañado de Pepe Lamas quien se animó al saber que el bajista previsto para la prueba les había dejado colgados en el último momento. Al informal bajista, buen músico y a ratos casi amigo, esta dedicada el tema King of the Shire.
Carlos y Pepe tocaban juntos en una banda tributo a Dr Feelgood, Doctor Buenas Gracias, hasta un mes antes de formarse En Casa del Herrero. El destino también tuvo algo que ver en esta historia.
En la batería, un viejo conocido de años atrás, Oscar Quintans. La amistad viene de cuando Óscar tenía el Ópera Prima, un garito donde Eduardo paraba e incluso organizó una fiesta con motivo del 60 cumpleaños de Dylan en 2001 donde se empezaron a gestar los Highlights.
Mes y medio después de empezar a ensayar con los otros tres integrantes, Herrero conoce al teclista Jorge Quesada que comparte varios grupos con Oscar y es el virtuoso, además del teclado domina la guitarra y el bajo.
La grabación del segundo disco, “Príncipes venidos a menos”, se realizó en la casa de Jorge, a las afueras de Coruña. Músicos, un técnico en sonido y un montón de bártulos invadieron el tranquilo hogar en una jornada memorable.
Una vez instalados y ultimada la puesta a punto del material, comienzan las interpretaciones solo con instrumentos, la voz se grabará otro día aunque realmente todos los temas se cantan para marcar mejor los tiempo y estudiar posibles arreglos.
La grabación tiene grandes dosis de perfeccionismo y creatividad. Los temas se repiten tantas veces como haga falta, sopesando posibilidades, probando nuevas ideas e incluso acordes surgidos de forma fortuita.
El día de trabajo concienzudo, transcurre en un ambiente distendido, sin tensiones, disfrutando con los temas y la compañía. Incluso cuando el cansancio empieza a hacer mella, una cerveza, cambio de impresiones, bromas y vuelta de nuevo a grabar. Una, dos, tres pruebas …. se trata de mejorar, de dar lo máximo de uno mismo para conseguir lo mejor del grupo.
Muchas horas vendrían después hasta la presentación del CD, elegir la grabación mejor, las letras y colaboraciones como la de Mar Blanco, una gran solista de potente voz que camina junto a Eduardo dentro y fuera de la música. También está el pequeño Rod que con apenas año y medio juega con un micrófono y canta temas de los grandes. La voz de Rod introduce y finaliza el tema Ya está bien ……
¡Larga vida al rock and roll!
Es una historia que se escribe en los portales,
con la necesidad de madrugar los lunes ……
Hay una rubia cargando el rifle,
La llevaré a cenar a un lugar horrible en su día libre ……
Con tus piernas ardiendo en el salpicadero ……
Lo tuvimos tan cerca que nunca lo vimos,
Lo perdimos tan fácil que valió la pena ……
Bajando por tu blusa se escribe esta canción …..
Necesito entrar en los sueños de alguien …..
La suerte es una ramera de primera calidad …..
Dios se ha marchado sin pagar la última ronda …..
Llegó sin hacerse notar acompañado de un gregario de lujo, Gordon Turner, dispuesto a rendir tributo a Dylan con motivo del 73 cumpleaños. En su haber colaboraciones con el gran Kris Kristofferson, Beth Orton, Eddie Reader o Wilco. Una profunda admiración por Bob le lleva a homenajearlo anualmente en su Glasgow natal.
Director musical de la película “Amanece en Edimburgo”, con tres discos en solitario, presentó el último álbum “Roddy Hart and The Lonesome Fire”, una producción firmada por Coldpay o Patti Smith.
Hablar de grandes figuras del rock supone hacer referencias a una serie de tópicos que nada tienen que ver con este carismático escocés de cuidada estética e impecable presencia.
Curioso ante el mundo y sus pequeñas cosas, respetuoso dentro y fuera del escenario, una amabilidad y educación esmerada le permiten conectar con cuantos le rodean. Declarado entusiasta de la gastronomía, disfrutó con todo y de todo.
Generoso y entrañable, mostró orgulloso una foto de su sobrina mientras explicaba divertido cómo la pequeña de cuatro años no comprende aún que su tío es el Roddy Hurt de la tele al que le encanta escuchar.
Extremadamente puntual en pruebas de sonido, actuaciones y demás compromisos. El tercer día del festival, con un intenso programa a sus espaldas, no pudo evitar un gesto de cansancio cuando le recordaron una última actuación durante la presentación de un libro a la mañana siguiente. Al saber que hablaban de la una, no dudo en exclamar entusiasmado: ”Me encanta el horario español”.
Con una imagen elegante donde ningún detalle escapa a su atención, al alabar una elegante americana de cuadros exclamó encantado: “Preciosa ¿verdad? Ya sabes, el paño escocés».