Estrenamos up45.es

¡¡Nos mudamos de casa!!

Hace poco más de año y medio, nacía up45. Aquí dimos los primeros pasos de forma lenta, aprendiendo sobre la marcha, descubriendo nuevos caminos en el viaje. Con la experiencia vino el conocimiento y también las sorpresas, entre uno y otras se fueron perfilando nuevas metas. Poco a poco, amueblando las distintas estancias e impregnándolas de estilo propio, creamos un proyecto con futuro.

Recibimos cada vez más visitas, unas solo de paso, otras decidieron quedarse e invitaron, a su vez, a otros a pasar a conocernos. Un buen día, nos dimos cuenta que el tamaño de la comunidad up45 había aumentado tanto que nuestro lugar de encuentro se quedaba pequeño y después de algunas dudas e indecisiones por fin hemos encontrado lo que buscábamos para hacer el cambio.

Trasladamos casi todo, incorporamos algunas novedades y trabajamos para mostraros en breve nuevos proyectos en up45.es. El nuevo alojamiento es muy grande y soleado así que resulta más fácil embarcarse en nuevas empresas porque las vistas desde allí son magníficas.

Da un poco de pena pasear por este entrañable rincón y ver las huellas de nuestro paso, donde antes hubo bullicio ya solo queda el silencio de la marcha cargado de grandes recuerdos que nos llevaremos en este último viaje. Solo resta poner el cartel comunicando el traslado y la nueva dirección. No dejéis de venir a visitarnos, sinceramente creo que os encantarán las nuevas instalaciones. Empieza un viaje apasionante en www.up45.es y nos gustaría teneros cerca.

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Una vida en blanco, un mañana sin hoy

Llevaba años sin ver a María, la casualidad las hizo coincidir de improviso. Fue un agradable encuentro como tantos otros en el pasado y la empatia de siempre las hizo cómplices como antaño. El tiempo no había sido benévolo con su amiga, profundas marcas le surcaban el rostro, de la expresión, en otra época soñadora, no quedaba ni rastro y la sonrisa, entonces dulce y maternal, se había apagado. De inmediato se sumergieron en una rápida puesta al día general, sin pararse a profundizar demasiado en ningún aspecto concreto, saltando de una cosa a otra sin aparente orden, llevadas por la alegría de la coincidencia. En un momento de la animada conversación un hombre, a primera vista desconocido y desorientado, se acercó inquieto:

¿Quien?,…..  ¿Quien?

Ella le posó los dedos en la boca suavemente, con infinita ternura. No cruzaron más palabras, lentamente retrocedió en silencio hasta situarse de nuevo a sus espaldas sin que en aquel rostro ausente apareciera expresión alguna.486792_10201313490827834_447475027_n (5)

“Mario esta mal. No conoce a ninguno de los chicos y a mi solo a veces. Tiene momentos en que me pregunta una y mil veces por María. Le da miedo que nos encuentre juntos y hacerle daño. – La quiero mucho – dice preocupado.

Cuando la inquietud le domina, salgo de casa y hago como si llegara de la calle en ese momento. Grito: «Ya estoy aquí». Entonces el, sonríe tranquilo».

Retoman la conversación entre anécdotas y crueldades de una implacable enfermedad que priva al ser humano de memoria y reduce la vida a un aquí y ahora sin ningún sentido. Fue entonces, cuando mirándola directamente a los ojos, con una infinita tristeza firmemente arraigada en el corazón, afirmó sin vacilar:

”No he hecho nada en la vida. Lo dejé todo aparcado a la espera de la ansiada jubilación y cuando apenas faltaban dos meses, le diagnostican una demencia”.

Demoledoras palabras seguidas de un silencio que habla de dolor, desconsuelo y soledad. Han pasado varios días pero aún hoy sus palabras le resuenan en la cabeza al igual que la breve despedida:

“Ya solo queda esperar”.

Las manos de mama

En un pasado sin fechas ni escenario, en un hoy suspendido en el tiempo y en un mañana de probables recuerdos, unas manos unirán a protagonistas conocidos y otros aún por conocer. Son manos nudosas, surcadas por gruesas venas, de fuerte carácter y gran determinación. Su personal imagen acompaña momentos cargados de tan profundas emociones que hasta las palabras huyen incapaces de mentar con veracidad cuanto ellas son capaces de expresar.526035_4962619551844_485123766_n

La decisión a la hora de cruzar por diferentes realidades o un simple paso de peatones, el valor para afrontar una inyección o traer al mundo un hijo; caricias que hablan de amor pero también de dolor con solo cambiar la situación. Sutiles gestos de unas manos que no necesitan rostro porque solo ellas dirán tanto con tan poco.

Fueron grandes en un tiempo y escaparse de ellas, ardua tarea cargada de deseos de independencia pero también de temeridad en más ocasiones de las que cabría desear. Resultaron de gran ayuda cuando comenzaron hablar de igual a igual, fieles compañeras a la hora de saltar los charcos de la vida, maestras en el arte de dar y también de negar, representaron la autoridad sin más argumento que la fuerza y el consuelo más allá de las lagrimas. Ayuda inestimable en momentos decisivos, a cara descubierta y también en la clandestinidad, presencia necesaria a la hora de continuar, esperanza en la adversidad, el deseo hecho realidad.

«Más que besarla,
más que acostarnos juntos,
más que ninguna cosa;
ella me daba la mano y eso era amor»

Mario Benedetti

La princesa que llevamos dentro

Érase una vez, en un lejano país ……De pequeña en casa no se contaban cuentos, pero rápidamente nos aficionamos a la lectura. Hoy por hoy, me pregunto si aquellas fantásticas historias, objeto de ávidas lecturas, no tuvieron mayor repercusión de lo previsto. O quizá el daño vino de la mano de Hollywood, creador de deslumbrantes mundos habitados por increíbles mujeres rebosantes de elegancia y distinción.

Soñábamos con ser como ellas y cualquier noticia sobre su vida cotidiana o tropiezos sentimentales, eran recibidas con curiosidad y cierta complacencia por el punto de humanidad que les confería. Entre tanta divinidad surgieron las top models, modernas herederas de la belleza y la veneración que no del glamour cinematográfico. Un marcado carácter popular, en su inmensa mayoría habían sido descubiertas en supermercados, Mcdonalds o en la misma calle, les investía de una tentadora cercanía.

El mundo en general, el femenino en particular, comenzó a copiar su forma de vestir, coordinar complementos y hasta el corte de pelo. El fenómeno «tendencia» estaba servido. Desde entonces han irrumpido nuevos nombres, se ha producido un relevo generacional y la aparición de una tribu que hace de su estilo y gusto una doctrina a imitar por miles, millones de seguidoras. Algunas son profesionales en diferentes campos o poseen ciertas habilidades pero otras no tienen otro objetivo en la vida que asistir a fiestas y demás acontecimientos sociales rodeadas de notables amigas, parejas de renombre o en su defecto titulares de saneadas cuentas corrientes. Todas tienen un punto en común, su estilo ha traspasado fronteras y son admiradas/envidiadas por un amplio sector de mortales.

Foto: Rebeca de Soignie

Foto: Rebeca de Soignie

Dentro de este grupo encajan las egobloggers, jóvenes féminas de muy diversa procedencia que han hecho de esta herramienta una ventana donde personalmente muestran e incluso crean las principales tendencias del momento. Unas recurren a asequibles propuestas, las menos, otras han ido subiendo peldaños hasta acceder al mundo del lujo solo apto para minoritarios bolsillos. Su capacidad de convocatoria y contactos, les brinda un lugar en el reino de los sueños de la inmensa mayoría. Erigiéndose, día a día, en iconos del momento por obra y gracia de la red.

Tal vez todo se reduzca al profundo deseo de destacar entre la generalidad, de sobresalir del insulso anonimato, accediendo al mundo de lo exclusivo donde codearse con los elegidos y pisar, aunque solo sea de visita, el Olimpo de las divinidades mortales. Deseamos convertirnos en princesas de pequeños reinos donde brillar y encontrar al príncipe de nuestros sueños fashionistas.

El libro presa del olvido

Desde el umbral de la biblioteca, la estancia imponía por dimensiones, presencia pero también por ausencia. Interminables estanterías de madera ennegrecida por el tiempo y quién sabe si por la indiferencia, aparecían vacías salvo algún olvidado ejemplar, de triste figura y aire altivo. Superviviente de mejores épocas, promesa de futuros momentos de ensoñación, resultaba imposible resistirse a su llamada, ignorar el agonizante mensaje de su existencia.

Foto: Mercedes De Soignie

Foto: Mercedes De Soignie

«No recuerdo la última vez que unas manos me acariciaron con deleite, que alguien se tomó el tiempo necesario para conocerme tal cómo soy, escudriñando en mi hasta no haber secretos. Apenas puedo recordar cómo se entregan los corazones cuando son incapaces de dominar el ansia por saber, descubrir, disfrutar. Sin prisas, con pausas.

Echo de menos las citas clandestinas, a media luz, donde el tiempo vuela al unísono con el espíritu. Cuerpo y alma unidos, indiferentes a cuanto acontece alrededor, inmersos en un mundo solo para dos. A veces soñado, no siempre comprendido pero aún así, compartido.

Necesito el entusiasmo ajeno, la pasión provocada a fuerza de llegar al corazón, el deleite de la posesión, la comunicación a través del tacto, la vista y el olfato. Añoro las relaciones que invitan a perderse desde el principio hasta el fin, porque toda historia tarde o temprano debe terminar. Así ha sido y siempre será.

Cuántos secretos desvelados, diálogos donde los sentimientos hablan en primera persona, venturas y desventuras de fieles compañeros en el camino de la imaginación. Pequeños tesoros protegidos por un silencio lleno de palabras cuidadosamente elegidas por quien siempre vivirá en mi. Aquel capaz de entregarse sin temor a la incomprensión o indiferencia, maestro a la hora de mostrarme sin reservas ni dobleces, como un libro abierto.

Luego llegó el abandono paulatino, pensé poder superar la soledad impuesta por las ausencias. La vida me había enseñado cuanto podía conseguir, hasta dónde llegar, qué esperar. Confié en sobrevivir pero la realidad exenta de sentimientos, de relaciones personales carece de sentido, solo conduce al olvido. Triste palabra entendida a fuerza de ignorancia y desidia.

Aquí me tienen, testigo impasible de idas y venidas, ajeno al fin de mi existencia. El tiempo ha ido borrando mi esencia hasta quedarme en blanco. Siempre me gusto como me sienta el negro».

Acariciando los bordes de aquel olvidado ejemplar se dirigió, lentamente, a uno de los regios sillones que amueblaban la estancia para perderse en su interior, dispuesta  a dejarse llevar por la magia de la escritura más allá del mundanal ruido.

Enredada en el mundo

Parecía dispuesta a especializarse en guerras absurdas que sin conducir a ninguna parte se tomaba como si fueran importantes. La última le sorprendió en una tienda de suplementos alimenticios por la que de vez en cuando se dejaba caer. Nunca había coincidido con ninguna mujer, pura coincidencia sin duda, y aunque era consciente de ser objeto de una cierta benevolencia, el trato era profesional y cordial. Hasta ahí todo dentro de la normalidad y sin embargo a la hora de hablar del ejercicio había notado una reiterada insistencia en encasillarla en la práctica del paseo.

La primera vez había sido a raíz de preguntar por un quemador de grasas cuando le hablaron de su conveniencia aunque debía aumentar el ritmo al caminar. No le gustó mucho la suposición pero asumió el hecho con cierta naturalidad. «No camino, corro….. Despacio y aunque no tenga el perfil de corredor lo hago de forma constante desde hace más de veinte años». La cara de sorpresa del profesional detrás del mostrador fue secundada por la furtiva mirada de dos culturistas, tremendos, parapetados hasta ese momento en sendas publicaciones del mundillo.

La situación se zanjó con una rectificación sobre la marcha con la mejor de las sonrisas. Tiempo después, en diferente contexto, se repitió el comentario aunque en esta ocasión se limitó a puntualizar de pasada para marcharse sin dar ni siquiera media vuelta al tema.

Lo había dejado pasar la primera vez sin mayor trascendencia, incluso la segunda, pero cuando hoy le recomendaron comer algo antes de salir a caminar y procurar subir el ritmo sin llegar a rodar, fue demasiado. En nada ayudó percatarse de la condescendiente sonrisa de un voluminoso cliente, silencioso testigo del momento,

Foto: Mercedes De Soignie

Foto: Mercedes De Soignie

«No tiene mayor importancia pero verás corro. Tres veces por semana, normalmente tres cuartos de hora y aunque agradezco tu persistencia a la hora de resaltar los parabienes de caminar, será una opción cuando llegue el momento, hoy por hoy estoy encantada con mi actual actividad deportiva. Probablemente, sea la persona que más veces ha llegado la última a meta cuando he participado en alguna carrera. Casi seguro. Probablemente iría más rápido caminando, también, pero corro y me gustaría que lo contemplaras como una opción más allá de la apariencia o edad».

Tras el pequeño discurso, en tono tranquilo y dirigiéndose a ambos  musculosos jóvenes, salió dignamente del local pensando en calzarse las zapatillas nada más llegar a casa y salir a ¡¡¡Correr!!!

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Contra todo pronóstico no son dieciséis. En este contexto no se trata de una expresión matemática, estos números nada tienen que ver con el álgebra y todo con las ilusiones y el trabajo de personas que, por diferentes avatares de la vida, se suben a un escenario dispuestos a abrir la puerta de mente y corazón a quienes, sentados en las butacas de la sala, se disponen a escuchar, teniendo en sus manos la posibilidad de hacer realidad una apuesta de vida o la resolución del futuro.

Dos minutos deben bastar para exponer, invitar, convencer y atraer a unos oyentes que vienen con sus propias cargas y limitaciones pero en ellos radica la llave para continuar avanzando. Tras esos ciento veinte minutos se esconden horas de trabajo, escogiendo las palabras más acertadas, redactando el mensaje más completo sin superar el límite temporal, buscando el tono, la inflexión de voz que capte mejor la atención, que comunique la intensidad de la implicación e incluso de la necesidad, escuchándose que nunca es fácil, controlando los nervios que todo lo desbaratan.

Foto: Ana Moran

Foto: Ana Moran

Sentada esperando el momento, ansiosa, con ganas y miedo a partes iguales, rodeada por compañeros conocidos o por conocer, unidos frente  al pánico escénico, los fallos imprevistos, la amnesia coyuntural. Dos escalones separan las butacas del atril, la seguridad del anonimato de la exposición pública, exigiendo superar la dificultad de ponerse delante de desconocidos para hablar de uno, sabiendo que no hay marcha atrás, no se podrá repetir ni rectificar. Desde luego habrá más ocasiones pero serán otras.

Micrófono en mano, frente a caras apenas reconocibles, con el mensaje aprendido aunque a veces escondido tras la tensión, mirando sin ver, conectan las miradas y tras los ojos viene el resto del rostro, relajado, tranquilo con una sonrisa de apoyo, de complicidad y de repente, ya nada es igual. Habla para ella, con la tranquilidad de saberse escuchada y la certeza de no estar sola.

La percepción de la realidad cambia en apenas unos instantes, las palabras son meros instrumentos, el momento una oportunidad, la ocasión una posibilidad, los sentimientos se comparten, las ilusiones se transmiten, Nada es diferente y sin embargo, la trascendencia del momento da paso a la certeza del camino, y si no es este, otro encontrará.

Al alzar la mirada antes de irse, sonríe con la satisfacción de no haber dejado escapar la oportunidad segura de saber que habrá más.

La vida es ahora

Un buen día la vida dio la vuelta aunque no fue de forma imprevista, se veía venir desde hacía tiempo pero ya se sabe, una piensa que pasará de largo y de repente se encuentra ejerciendo de coprotagonista de la crisis. Entró a formar parte de los millones de damnificados por un seísmo económico que solo resultó ser la parte visible de algo más profundo: el fin del mundo en el que había crecido y pensaba morir.

Ser mujer y madre, le hicieron más débil pero lo peor resultó ser la edad, no porque se sintiera especialmente mayor o vulnerable al haber sobrepasado la barrera psicológica que habla de la juventud capaz de mover montañas y todo lo puede. En su haber se almacenaban demasiadas batallas como para dudar de sus capacidades, estaba preparada para luchar por los demás, por los suyos, por una vida mejor pero se había olvidado de cómo pelear por si misma. Fue triste ver cómo aquellos, con quienes compartió años y algunas cosas más, apartaban la cara para respirar aliviados de no ser los señalados, cómo evitaban contactos a todas luces no recomendables dada la situación. Resultó duro aún a sabiendas de la calidad humana circundante, del egoísmo que habla de miedo, debilidad y pobreza interior.

Foto: Sergio López

Foto: Sergio López

Volvió a casa para explicar que lejos de estar para solucionar problemas, mama resultaba ser hoy el problema, que aún intentando minimizarlo afectaría a todos y necesitaría de ellos para salir del agujero negro que se había tragado el plácido mundo hasta entonces habitado. Ella, pilar familiar, propulsora incluso en los momentos más duros, frente a las adversidades más imprevistas, sintió la realidad ceder a sus pies arrastrándolo todo. No sabía pedir, se había acostumbrado simplemente a seguir confiada en las fuerzas que en algún momento de la serie de acontecimientos que sacudieron sus vidas quedaron reducidas a cenizas, sepultadas bajo toneladas de escombros.

Hija de una época donde el orgullo de ser mujer acabó con roles y estereotipos que imponían silencio y sumisión, encontró el camino, que no la solución, en el apoyo de los suyos fruto de lecciones aprendidas y ejemplos compartidos, sembrados en lejanos días casi olvidados.

Hoy, cuando el mañana es ahora, volverá a recomponerse, a reconstruir el presente, a confiar en el verdadero motor que le anima a seguir: el amor a la vida, el deseo de vivir cuanto aún depare el camino.

Operación cebolla

La llegada de la primavera nos enfrenta a la exposición que conlleva desprenderse de las capas, escudo ante miradas, que nos han protegido durante el crudo invierno.

La pérdida de la coraza invernal deja al descubierto la proliferación de tejido adiposo y acolchamiento degenerativo desarrollado en la oscuridad, alimentado por largas sesiones de sofá, gran acopio de carbohidratos y la estricta aplicación de una plácida benevolencia ante la debilidad humana.

Resulta difícil comprender el grado de enajenación necesario para convivir con tu cuerpo sin ser consciente de cuanto en el acontece. Una se pregunta hacia dónde miraba para no ver todo lo que ahora salta a la vista, no solo en la intimidad del hogar, sino en el mundo exterior que de repente se llena de inoportunos espejos y acusadores cristales que devuelven una imagen distorsionada de la recordada .

Mejor no hablar de las dificultades para enfundar la ropa rescatada de temporadas pasadas que se antoja ajena vista las dimensiones o enfrentarse a la estampa de las lorzas abdominales sobre visibles cinturillas tras la supresión de protectoras prendas de punto que todo lo envuelven.

En qué momento se perdieron las costumbres alimenticias saludables para caer en perniciosos hábitos que requieren un período de desintoxicación y abstinencia hasta desengancharse. Qué hemos hecho con el tiempo desde que dejamos el gimnasio en las fiestas navideñas hasta cruzarnos con las procesiones de Semana Santa en estos cálidos días.operacion-bikini

Aturdida por el impacto visual de la primavera circundante pese a los reiterados avisos publicitarios, una busca refugio la sabiduría popular, la orientación de revistas de moda, siempre prestas a alentar y rentabilizar la insatisfacción y el gimnasio más entretenido. Exfoliación, hidratación, tonificación, manicura, pedicura, depilación, tratamientos mil ………… Todo un derroche léxico y económico para poner en práctica programas de puesta a punto estandarizados como necesarios a la hora de alcanzar el nivel óptimo para lucir cuerpo y estilo bajo el sol.

Si bien es evidente la necesidad de tomar medidas encaminadas a frenar la caída al vacío emprendida a golpe de vagancia y dejadez, una no puede evitar preguntar para qué ni tampoco aventurar una contestación: Aunque no podemos pretender ser quién no somos tampoco dejamos de intentarlo.

Contigo o sin ti

A vueltas con el tema de ser mujer y tener cierta edad ………

No pediré permiso para ser como soy.

No me disculparé por las visibles arrugas que surcan el rostro y también el cuerpo, que no oculto pero tampoco mitifico. Por atentar contra la talla 38, desafiar estadísticas, mirarme en los espejos o rendirme a los efectos de la gravedad.

No intentaré justificar decisiones por el mero hecho de no encajar en la generalidad. Defenderé vivir sola como una elección no una condena, ser madre como una posibilidad no una obligación y estar contigo mi decisión.

Foto: Mercedes De Soignie

Foto: Mercedes De Soignie

No pediré permiso para perseguir sueños, vivir pasiones o desenredar deseos. No admitiré que me releguen o ignoren  por haber superado cierta edad.

No busco el beneplácito de ellos pero tampoco de ellas. No esperaré a alcanzar la unión donde supuestamente reside la fuerza, empezaré por la circundante realidad.

No confío en la redención colectiva pero si en el trabajo de quienes creyéndose poco se descubren en muchos.

No pediré permiso para ser independiente, levantar mi voz, hacer valer mis capacidades o hacerme escuchar.

No necesito permiso alguno para formar parte de este mundo en el que estoy, contigo o sin ti.