Cazadores de tendencias

Cada temporada aparecen los llamados «clones» copias, más o menos fieles, de propuestas firmadas por grandes nombres del diseño. Es un fenómeno que habita entre nosotros encubierto por una parte y con un claro valor añadido por otra, dada la imposibilidad de acceder a un universo exclusivo accesible a un reducido grupo de elegidos. Algunos integrantes de la élite son estudiados y copiados con especial persistencia: Isabel Marant, Stella Mccartney, Celine o Chanel están entre las preferidas.

El diablo viste de Zara

El diablo viste de Zara

Vistos los desfiles, analizadas las fotos e incluso compradas las prendas, equipos de profesionales les lavarán la cara, cambiarán estampados o eliminarán detalles para hacerlos más comerciales, procurando siempre mantener el espíritu original, con más o menos acierto que de todo hay. Las prendas resultantes se extenderán por cadenas o tiendas tanto low cost como de mayor precio pero siempre a años luz del auténtico.

Ya ha ocurrido en varias ocasiones de encontrar a la venta el clon antes incluso de salir la colección, dejando al descubierto un tráfico de información de dudosa legalidad pero real como la vida misma. Saber dónde esta la fuga es difícil, hablamos de productos que pasan por muchos departamentos antes de llegar a los talleres con mano de obra barata en países que cambian según lo hacen las exigencias del mercado, con unas condiciones de trabajo que, en demasiadas ocasiones, harían sonrojar al más común de los mortales.

El diablo viste de Zara

El diablo viste de Zara

Pero no todo se centra en clonar la alta costura, equipos de ojeadores recorren tiendas y mercados en busca de nuevas ideas, coloridos o materiales que seguirán el mismo proceso hasta presentarse formando parte de una nueva colección. Uno puede encontrar a los cazadores de tendencias en las mejores tiendas o grandes superficies de Londres, Nueva York, París o Milán, comprando aquello que, a su juicio, tiene posibilidades de calar en la calle o despertar el espíritu consumista que todos llevamos dentro siempre ávido de acercarse al mundo de la alta costura.

La legalidad se impone en forma de cuantiosas multas pero la rentabilidad del negocio es de tal magnitud que se asumen los riesgos. Tampoco es la primera vez que algún grupo de referencia mundial es obligado a retirar un artículo o colección sin que por ello mermen los intereses.