La más influyente y popular aportación americana al mundo de la moda son, sin duda, los tejanos, prenda de trabajo originalmente convertida en máximo exponente de la modernidad en todo el mundo. Cada año se reinventan sin cambiar un ápice su esencia.
El estilo universitario, el mundo del surf o corrientes inspiradas en tribus urbanas firman con personalidad diferentes estilos con el algodón como materia prima común. Calidad, colorido y diseño simbolizan la comodidad por antonomasia, hablan de un mundo desenfadado al alcance de todos.
Otra de las grandes singularidades que ha sabido exportar al resto del mundo es la utilización de la bandera como estampación de tendencia. A excepción de Inglaterra, aún así a años luz, ningún país ha vendido el símbolo patrio con tanto estilo, acierto y éxito, en un alarde de orgullo impensable por aquí. Si nunca aceptaríamos vestir la insignia rojigualda, aceptamos de buen grado e incluso vestimos sin reparo alguno las barras y estrellas.
Sin llegar ni mucho menos, a ese grado de aceptación pero igualmente convertida en recurrente tendencia, que vive momentos de gloria en las últimas temporadas, la moda tribal recupera bordados, materiales y estampaciones de inspiración india. Con el paso del tiempo ha pulido formas y propuestas hasta convertirse en referente tanto del sport como de un estilo más cosmopolita. Una circunstancia extensiva a todo el mercado americano. Si durante décadas, la moda «made in América» fue sinónimo de imagen desenfadada, hoy la evolución de consagrados diseñadores y la llegada de nuevas generaciones sorprenden con propuestas frescas, elegantes y con estilo que nada tienen que envidiar al diseño europeo.
Una vez más, no solo han sabido adaptarse a la demanda de los consumidores más exigentes sino que marcan un nuevo camino que les hace merecedores de un relevante papel protagonista en la globalización, ampliando el mercado de una floreciente industria más allá de sus fronteras.
Personalidad, comodidad, sorprendente limpieza de líneas, atemporalidad con ausencia de caprichos caducos y versatilidad, facilitan la irrupción del diseño americano cada vez con más fuerza en la vieja Europa.